Cesta
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No olvides al viento
ni a la lluvia ni al rayo
cuando la calma llegue
y la paz encuentre a tu mirada
remansada
descansando en algún limbo
tras el desastre
y el aire que, ahora
profundamente respiras
sea dulce, sereno y amable
con el último eco del temporal
abandonado en el aire
incapaz de perturbar ya
con su destructiva belleza
ni a ti, ni a nadie
no, no olvides nunca al temporal
ni las heridas que deja
y tampoco olvides que es tu voluntad
solo tu voluntad
capaz de convertir la desolación
en la semilla del mañana.