Cesta
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Amamos el frescor del aire
por el tacto que da
por el gozo que deja
al entrar por las ventas
a veces abiertas
a veces entornadas
ni cerradas ni abiertas
juagando con ellas
como si fueran las velas de un barco
metido en una calma
tratando de atrapar, el más leve soplo
para escapar del calor
y recibir su caricia, cerrando los ojos
para sentir su ciego bálsamo
y escapar, por un instante
del insoportable peso de la luz
de algunas tardes de verano.