Cesta
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No hay sombras, no hay oscuridad
en los ojos cerrados
que un día nos ayudaron a crecer
paz, silencio, luz dormida
evocadora de una vida larga
plena de memorias antiguas
de cuando eran libres las manos vacías
y nada, nada las ataba ni retenía
dueñas, sin saberlo aún
de futuras opulencias
de trabajo, de caricias, de fatigas
y al final... gastadas de tanto dar
y no quedarse con nada
no, no hay sombras, no las hay
cómo puede haberlas
en esos ojos cerrados
sólo paz, silencio y luz dormida
así están, porque tienen que estar
siempre en la memoria.