Cesta
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En un pueblo pequeño
en el que todo el mundo se conoce
hay una calle larga
que de punta a punta lo cruza
y ahí van a parar todas las miradas
de ojos atentos y vigilantes
escondidos tras las ventanas
examinando, contemplando, controlando...
quién y cómo y cuándo y con quién
la gente pasa
llenando horas, días, semanas, meses, años
de vacías, tediosas, insulsas... vidas
vidas encerradas en tristes casas
cuya única alegría es esperar
esperar al domingo por la mañana
para ir a misa de doce, sí
con la cabeza bien alta...