Cesta
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Quedan, cada invierno
en los pueblos castellanos
las huellas ancladas
de su pasados esplendor
en el silencio de las calles
que, en el día a día
de tiempos nunca olvidados
fueron, vivo clamor
los ecos, que jamás se apagan
siguen custodiando memorias
y, enredados en el frío aire
se escuchan en la respiración
hiela el alma las soledades
asomadas a cada rincón
esperando, siempre esperando
las voces, risas, pasos
de Semana Santa, verano y las fiestas
del santo patrón.