Cesta
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La piel de la luz no es un límite
nunca
con el que haya que conformarse
simplemente con su belleza
es una puerta entornada
que hay que abrir del todo
y atravesarla, valientes
en busca del regalo de la luz
no la que en el aire se desborda
y conquista a los ojos, no
la luz que, en su serena contemplación
se siente cálida y profunda y se respira
para indagar en sus silencios
lo que los silencios saben de nosotros.